Detrás de los placeres...

Soy una hija de Madrid que fue adoptada por el último cantón, antes de regresar irremediablemente a este centro caótico que adoro. Soy una periodista transformada en consultora, una filóloga con ansias de escritora y una correctora de estilo que no corrige sus propios errores.  Estudié inglés, francés, italiano, alemán, marroquí -y ahora navego en aguas portuguesas-, aunque no pueda decir al 100% que hable ninguno de ellos (y que de algunos de ellos haya olvidado hasta decir hola).  Tengo un trabajo que me encanta, me estresa, me hace sentirme viva, me desespera y me apasiona a partes iguales y que nunca dejaré porque es mi camino, un camino que se me presentó de pronto, una vocación no programada que me hace feliz. Porque soy de esas que afirman que si les tocara la lotería seguirían trabajando. Porque soy de esos pocos elegidos que tiene la inmensa suerte de hacer lo que le gusta.

Soy un ser social que es solitario en sus ratos ocultos. Soñadora, ilusómana y absurda en mi vida privada. Racional, analítica y práctica en mi lado más público. Terca y cabezota a partes iguales en ambas latitudes y adicta a la multitarea.

Leo y colecciono tantos libros de cuyo nombre no consigo acordarme que más de una vez he comprado alguno tres veces. Vivo en un caos organizado por mi extraña cabeza que todo lo analiza y todo lo argumenta. Hago bufandas, pulseras, anillos, collares, pinto camisetas, cajas, cojines o cualquier cosa que pille y transformo los palillos de los restaurantes japoneses en útiles inútiles para recoger el pelo. Debido a esta afición sufro de sobre-exceso de objetos absurdos. Mis amigos también.

Toco la guitarra, el piano y el violín solo para sordos o amantes de la mala música. Escribo sin parar, papeles y papeles que nunca dirán nada, pero que me analizan y definen como el mejor psicólogo. Algunas veces hablo y otras grito, pero en las ocasiones importantes apenas alcanzo a decir una milésima parte de lo que me gustaría.

Creo en que la felicidad es un propósito y una actitud y en que hay que trabajarla. Por lo demás, solo tengo fe en la gente capaz de alojar inmensos corazones. No sé pasar un día sin oír una canción y podría vivir en la más absoluta pobreza si me permitieran conservar un bolígrafo, un cuaderno, una guitarra, mi iphone y un paquete de tabaco.

Soy nada más que un caos, una mezcla de cosas, un querer hacer todo y no llegar a nada.  Un ansia de vivir…

…y estos son mis placeres.


También me encontrarás en...

El Blog de María de Andrés