viernes, 28 de diciembre de 2012

Yo sobreviví al 2012



Cuando era pequeña, mi padre, marino mercante, apareció un día en casa tras uno de sus viajes con una camiseta que ponía “Yo  sobreviví al huracán…” No recuerdo el nombre. Lo único que recuerdo es que fue en las Seychelles y que era cierto. El huracán los pilló en el petrolero y al llegar a tierra, lo único que se le ocurrió fue comprarse una camiseta para recordar lo que había pasado.
 
Creo que este año, todos deberíamos comprarnos una camiseta para que nos recuerde que hemos sobrevivido a este año que cual huracán ha asolado todo lo que conocíamos.  Porque si seguimos en pie, con más o menos golpes, es porque hemos sobrevivido a la crisis, a los EREs, a la subida del IVA, a Urdangarin y Díaz Ferrán, al Madrid Arena, a los recortes, a los desahucios, a los Gürtel, los Bankia, la Merkel, a políticos que llegan, que se van, que no saben o no recuerdan, que se enteran de las cosas por la prensa, por la que no ha cerrado, claro, a pagar lo que gastaron otros, a sufrir los errores de terceros y propios. A la deuda. Al rescate. A los bancos y a los mayas . A los nuevos “grises”. A los viejos golpes.
 
Porque nos agarramos como si fuesen salvavidas a la lucha y a las protestas, a los 15M, convertidos en 25S, en 23O, en 27O, y “rodeamos” el huracán, por no “tomarlo”, dando vueltas a las mareas para ponerlas a nuestro favor: la verde, la blanca, la naranja, la negra, que fue una marcha pero que vino a ser lo mismo, a la esperanza, a la justicia, a la ilusión, a la necesidad de un cambio, pero de uno de verdad, desde dentro, uno que nos permita continuar a flote, peleando, sonriendo, que todavía podemos aunque a veces nos cueste, poniendo nuestros granitos de arena desde nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestras voces para que la montaña de un futuro mejor se vaya haciendo fuerte, más alta, más real.

Porque la vida sigue, y nosotros seguimos, y hay que seguir luchando. Nos levantamos cada día, ante un café amargo, y continuamos viviendo como hacíamos antes, o como ahora podemos. Hacemos planes, hablamos, quedamos y salimos, aunque menos. Reímos y lloramos como antes. Conocemos personas que nos hacen más ricas y seguimos queriendo, amando, cuidando de los nuestros. Preocupándonos por unos, por los otros, por sus familias y por las nuestras. Pensamos en mañana. Creemos en futuros.
 
Yo he sobrevivido al 2012 porque a pesar de todo, aún tengo la esperanza de que seremos capaces de cambiar. Algún día, puede que pronto. Espero que nunca demasiado tarde. Porque seguimos vivos. Porque tenemos conciencia. Y porque somos muchos remando contra el viento.

Y espero, que a pesar de todo, y pese a todo, sobrevivamos durante muchos años.




viernes, 15 de junio de 2012

El viaje de los sueños





Sé que es un otra vez, otro más de lo mismo,
otra vuelta de tuerca de mi inútil cabeza
que pone solo atención
donde no debe,
otro acto de suicidio.
Sé que es un imposible y un torpe sinsentido
que va a ninguna parte,
un volver a caer del precipicio,
un viaje de los sueños rumbo hacia el rompeolas .

Sé que es un otra vez que está predestinado
a jamás realizarse.

Pero no quiero verlo.

Soy ciego de visiones de mis propios presagios.
Soy otro temerario camino del delirio.


domingo, 10 de junio de 2012

Mientras España cae




Mientras España cae en otras manos
yo ceno con poetas, y sueño en el futuro
de una ciudad de Sur que no conozco,
mientras suena Lluis Llach y su arbre nu,
diciendo somos todo, y también somos nada,
y nada es lo que queda de lo que prometieron
quienes nunca han sabido en qué creer,
líderes de una patria sin fronteras que siempre estuvo en venta,
jugadores sin cartas que apostaron al póker de naciones
el sueño y la ignorancia
de este país por siempre de tercera,
de esta sin tierra, árida y extraña

Mientras España cae, yo que no tengo patria
ni bandera ni fe en la que creer,
observo a esos poetas que lucharon
hace no tanto tiempo,
por otra España entonces tan vendida
tan pobre y tan culpable como ahora,
y siento que ahora mismo, como entonces
el enemigo vive entre nosotros.

Y mientras cae España vuelvo a casa
y pienso en lo que tengo por hacer:
acabar un proyecto, hacer una llamada,
quitar toda la mierda de mi cuarto,
poner la lavadora, dejar volar mi sueño
por las tierras de Sur,
terminar aquel libro que he empezado
y buscar en youtube cuál era el nombre
de esa canción de Ovidi que sonaba
mientras caía España en otras manos.

Vivir mi propia guerra, simplemente.

sábado, 26 de mayo de 2012

Lo que nos hizo hombres





Lo que nos hizo hombres,
la destreza
de caminar de frente hacia la vida,
las huellas del camino ya borradas,
la armoniosa verdad que nos mentimos.

Lo que nos hizo hombres
desdichados,
la soledad de vernos convertidos
en un sinfín de pasos por la nada,
la crueldad del espejo que nos mira,
la ausencia de los otros bajo el tiempo.

Lo que nos hizo hombres,
quién lo sabe,
si hoy todo se ha perdido entre la bruma,
entre el saber estar,
entre las falsas
sonrisas de cumplido por las calles,
tras la apariciencia absurda que nos guarda,
tras lo que nos creímos
                                            desde niños.

Lo  que  nos hizo hombres, y hoy nos falta,
el arrojo feliz, la valentía,
las ganas de ensañarnos contra el tiempo,
la  fuerza,
               la ilusión,
                             

                                            la simple vida.


viernes, 18 de mayo de 2012

Cosas que nunca tendré


Renuncié a sentir. Renuncié a dejar la estación desde la que veo pasar los trenes. Renuncié al primer amor, a la inocencia y la entrega sin medida. Renuncié a conformarme. Renuncié a no pensar. Renuncié a que mi rostro continuara viajando,  la mirada perdida a través del cristal, imaginando otros mundos posibles más allá de mi propio destino. Renuncié a esos viajes de ida y vuelta, desde hoy hasta el pasado, y del ayer hasta hoy. Renuncié a la voz del revisor indicándome que tenía que apearme. Renuncié a los billetes con principio y con fin. Renuncié a renunciar. 

Y aún así continúo viviendo en mi estación, y ni siquiera agito ya el pañuelo cuando parten los trenes. Hoy sé que hay tantas cosas que ya nunca tendré que siento que he creado en este banco una suerte cárcel escogida. La cárcel de quien cree, aún y todavía, que un día, alguna tarde, al escuchar un tren y su silbato, reconocerá entre sus pasajeros que ha llegado la vida.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La muchacha de los ascensores

Siempre hay una muchacha
que llega al ascensor en el último instante
para que alguien, gentil, detenga con la mano
la puerta automática.
En Madrid, en Bogotá, en la Habana,
en un hostal de Órgiva o en un hotel de Medellín.
Siempre hay una muchacha, y es la misma.
Lo he descubierto casualmente.
Le he dicho: -Ya te esperaba, entra.
Y ella, con disciplina de muchacha atrasada,
se ha acomodado al fondo, donde siempre.
Todos la miran de soslayo, pero luego la olvidan.
Ella nos mira a todos con familiaridad,
con la certeza de hallarnos en el próximo ascensor,
dentro de poco.
Le he dicho: -Ya te esperaba, entra.
Pero ella sabe que la he esperado en todas las ciudades
y que esta escena se repetirá hasta el último edificio.
En Cartagena del Caribe y en Cartagena del Mediterráneo,
en México, en Milán, en La Habana de nuevo.
Sonríe y no me mira.
Ha descubierto que también soy el mismo:
el oportuno dueño de la mano que detiene la puerta.
Sonríe y no me mira. Así está bien.
Si se distrae, puede ocurrir que llegue
antes de tiempo, al próximo ascensor,
en cualquier parte.




Al
exis Díaz-Pimienta
"Cuarto de mala música"

jueves, 2 de febrero de 2012

Se acabará perdiendo


Como tanto tiempo,
de una constante vez,
desde el principio, quizás,
desde el comienzo
de toda condición desmesurada.

Como esas veces que, desde hace tanto,
desde hace casi siempre,
todo rumor escapa al temporal de lluvia,
esas veces que algo,
que se puede perder y como todo
se acabará perdiendo,
rebusca su asidero para abrazarse a ti,
para, desde tus brazos,
encontrar sin demora lo poco que exigía.

Como un grito en la aurora,
adivinado,
intuido en el frío recodo de tu cuerpo,
sentido en la distancia,

intuir y sentir que se ha roto y que duele,
reconocer que, ciego, esta vez has perdido.

Como redescubrir que se ha hecho tarde
y no habrá nada ya que lo redima.



Publicado en el libro IV-V-VI-VII Certámenes Literarios “8 de Marzo” de relato corto y poesía. 1999-2002.