jueves, 23 de diciembre de 2010

Repasando para seguir adelante...

Tengo el vicio de echar la vista atrás, recorrer mentalmente y de nuevo los caminos andados, analizar cada paso para comprender las razones que me fueron moviendo a través de la ruta.

Solo me arrepiento de lo que no he hecho, por eso, este vicio de recuerdos es más un ejercicio de autoanálisis propio, que un exámen de vida. Necesito conocerme, saber verdaderamente quién soy y quién no, y entender qué enciende los motores que me mueven. Por eso, cuando un nuevo año toca su fin, me gusta sentarme y tomarme mi tiempo para pensar en él. En lo que ha sido y en lo que no. En lo que he perdido y en lo que he ganado.

En líneas generales podría decir que 2010 ha sido un año de cambios. Cambio de costumbres, cambio de estado civil, cambio de actitud. Un año donde he despertado de nuevo a la luz. Me he reencontrado conmigo misma, con el yo que ya era hacía un tiempo, pero que se había ido desdibujando a medida que yo andaba en otra dirección. He tomado de nuevo las riendas de mi vida, y he dejado los propósitos en casa para hacerlos realidad. Ha sido un año duro y difícil, de mucho esfuerzo y algún que otro sufrimiento, pero también de muchas alegrías.

Será que soy optimista, será que los recuerdos de lo malo y de lo negativo van perdiendo fuerza en mi memoria con el paso del tiempo, pero cuando repaso un año siempre tengo la sensación de que ha sido bueno. Y supongo que en parte lo son porque en ellos he vivido tal y como quiero vivir. He tomado las decisiones que creía, con mayor o menor acierto, supongo, pero que eran las mías, eran certeras y sobre todo, eran deseadas. El tiempo ya dirá si eran las correctas.

Y concluyo este año con más cambios, para empezar 2011 como una nueva aventura, como otra página en blanco que rellenar, otra incertidumbre que, en el fondo, es en lo que consiste la vida. Pero con la inmensa fortuna de conservar a mi lado a aquellos que me mantienen en pie, a los que me sostienen cuando flaqueo, me acompañan en las alegrías, y hacen que mi vida merezca la pena.

Sin ellos no sería yo y poco o nada tendría sentido.