domingo, 9 de febrero de 2014

A veces el pasado deja de ser pasado...





... Y aparece de pronto, caduco y solitario al borde de tus días. Se viste de presente para engañar tu vista y echa atrás los relojes sin moverlos siquiera.

Pero tú reconoces en él esa nostalgia del tiempo que se fue, de lo que no ha pasado, el olor de una época que ya no tiene sitio en tu ritmo del hoy, del ahora, del espacio en el que crees moverte aunque él lo desbarate como volviendo a ti cuando no debería, cuando nadie esperaba siquiera que existiera aún, en ningún sitio.


Casi como una sombra, como un golpe de viento que te lleva a otro sitio, a otra casa, a otra historia, aparece de pronto y te traslada allí, la tierra que no existe, juega con la nostalgia de todo lo perdido e incluso, tú lo sabes, despierta en ti sonrisas porque lo que no fue siempre viene con tintes de sueños y esperanzas.

Pero ya no es pasado porque se ha vuelto hoy y sabes, que ese hoy, guarda tanto pasado que nunca será nuevo. Que no traerá sorpresas porque ya lo has vivido, y aunque no quieras verlo, no esconde el sobresalto que quieres que provoque.

Lo que pasó, pasó, aunque a veces se vista de puedes o posibles.

Lo que se fue, se fue, y aunque a veces regrese, jamás ha de quedarse.



lunes, 16 de diciembre de 2013

Anestesiados


Cuando era pequeña, bajaba con mis hermanos a correr a la calle, a jugar a la pelota, a montar en bici…

Iba al colegio y aprendía cosas que me iban a ser útiles para hacer algo con mi vida. Fui a la universidad pública, e hice dos carreras, segura de que al salir conseguiría un trabajo.

Iba en metro por Madrid y me divertía escuchando a la gente que cantaba y tocaba cualquier tipo de instrumento. Disfrutaba viendo los espectáculos callejeros de la calle Preciados, los títeres del retiro, los hombres estatua que solo se movían si les echaba una moneda.

Mi madre me llevó a mi primera manifestación y me abrió mi primera cuenta en el banco. Ella creía que con lo primero, me enseñaba a luchar por mis derechos y que en ese banco, mi dinero crecería y estaría seguro.

Los policías no me daban miedo. Y estaba convencida de que si alguien me agredía, no serían ellos.

Los comedores sociales eran uso solo de unos pocos. Unos pocos que si dormían en la calle no eran multados.

La gente no rebuscaba comida en las basuras, ni moría intoxicada por comer lo que encontraba en ellas.

Crecí en un lugar donde mis ideas parecían tener valor. Donde creía que los gobiernos votados por el pueblo, hacían lo que ese pueblo les pedía.

Vivía en un país donde me contaron que todo el mundo tenía derecho a la salud, a la educación y a una vivienda digna.

Ahora todo eso no existe, está prohibido o es mentira. 

Ya no podemos jugar, correr, cantar, manifestarnos, beber, fumar y casi ni pensar libremente sin temor a ser sancionados, detenidos, multados o agredidos por defender nuestros derechos.

Miles de personas no tienen ni trabajo, ni dinero, ni casas. Pero si mendigan, limpian parabrisas para sacar algo, venden kleenex o duermen en la calle les ponen unas multas que obviamente jamás podrán asumir.

Los bancos ya no protegen nuestro dinero. Lo secuestran, lo roban, lo malversan. Se quedan con las casas de la gente y estafan a diario, pero están protegidos por la ley.

Salir de este país es la única esperanza de los jóvenes para encontrar trabajo. Si exigen en las calles su derecho a un futuro mejor, se arriesgan a ser golpeados, agredidos o detenidos. Si sus padres secundan huelgas por una educación mejor, se  les amenaza con perder la custodia de sus hijos.

Yo, que jamás he tenido ningún enfrentamiento, antes de ir a una manifestación, me apunto el nombre de los abogados de guardia, y salgo con miedo.

Los políticos roban y no pasa nada. La monarquía roba y no pasa nada. Si un juez intenta "tirar de la manta" es inhabilitado. Pero si tú robas una barra de pan para dar de comer a tus hijos ten por seguro que vas a ir a la cárcel.

Nos quitan cada vez más derechos. Nos niegan incluso lo básico.

Pero no hacemos nada.

Me pregunto hasta dónde seremos capaces de aguantar sin reaccionar de verdad.

Me aterra mucho más esta anestesia de la gente, que la crueldad e ineptitud de los gobiernos


viernes, 8 de noviembre de 2013

Hubo un tiempo




Hubo una época
cuando todo eran risas, locura,
juventudes,
y la noche era ruidos de cantos de sirenas,
un tiempo en que los bares
guardaban nuestros pasos
y una risa apagada, era lo más amargo
que podías sentir,
un tiempo en que los cuerpos
eran el no cobijo de nuestras madrugadas,
y los desconocidos miraban nuestros ojos
con cada amanecer.

Hubo un día una época
en que no había presión ni decepciones,
no éramos responsables de más
que nuestra nada,
un tiempo en que era solo,
soledad y reencuentro,
solo un tiempo pasando hacia
éste futuro,
hacia la madurez y hacia toda su carga
pero no lo supimos

hasta que ya fue tarde.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Yo sobreviví al 2012



Cuando era pequeña, mi padre, marino mercante, apareció un día en casa tras uno de sus viajes con una camiseta que ponía “Yo  sobreviví al huracán…” No recuerdo el nombre. Lo único que recuerdo es que fue en las Seychelles y que era cierto. El huracán los pilló en el petrolero y al llegar a tierra, lo único que se le ocurrió fue comprarse una camiseta para recordar lo que había pasado.
 
Creo que este año, todos deberíamos comprarnos una camiseta para que nos recuerde que hemos sobrevivido a este año que cual huracán ha asolado todo lo que conocíamos.  Porque si seguimos en pie, con más o menos golpes, es porque hemos sobrevivido a la crisis, a los EREs, a la subida del IVA, a Urdangarin y Díaz Ferrán, al Madrid Arena, a los recortes, a los desahucios, a los Gürtel, los Bankia, la Merkel, a políticos que llegan, que se van, que no saben o no recuerdan, que se enteran de las cosas por la prensa, por la que no ha cerrado, claro, a pagar lo que gastaron otros, a sufrir los errores de terceros y propios. A la deuda. Al rescate. A los bancos y a los mayas . A los nuevos “grises”. A los viejos golpes.
 
Porque nos agarramos como si fuesen salvavidas a la lucha y a las protestas, a los 15M, convertidos en 25S, en 23O, en 27O, y “rodeamos” el huracán, por no “tomarlo”, dando vueltas a las mareas para ponerlas a nuestro favor: la verde, la blanca, la naranja, la negra, que fue una marcha pero que vino a ser lo mismo, a la esperanza, a la justicia, a la ilusión, a la necesidad de un cambio, pero de uno de verdad, desde dentro, uno que nos permita continuar a flote, peleando, sonriendo, que todavía podemos aunque a veces nos cueste, poniendo nuestros granitos de arena desde nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestras voces para que la montaña de un futuro mejor se vaya haciendo fuerte, más alta, más real.

Porque la vida sigue, y nosotros seguimos, y hay que seguir luchando. Nos levantamos cada día, ante un café amargo, y continuamos viviendo como hacíamos antes, o como ahora podemos. Hacemos planes, hablamos, quedamos y salimos, aunque menos. Reímos y lloramos como antes. Conocemos personas que nos hacen más ricas y seguimos queriendo, amando, cuidando de los nuestros. Preocupándonos por unos, por los otros, por sus familias y por las nuestras. Pensamos en mañana. Creemos en futuros.
 
Yo he sobrevivido al 2012 porque a pesar de todo, aún tengo la esperanza de que seremos capaces de cambiar. Algún día, puede que pronto. Espero que nunca demasiado tarde. Porque seguimos vivos. Porque tenemos conciencia. Y porque somos muchos remando contra el viento.

Y espero, que a pesar de todo, y pese a todo, sobrevivamos durante muchos años.




viernes, 15 de junio de 2012

El viaje de los sueños





Sé que es un otra vez, otro más de lo mismo,
otra vuelta de tuerca de mi inútil cabeza
que pone solo atención
donde no debe,
otro acto de suicidio.
Sé que es un imposible y un torpe sinsentido
que va a ninguna parte,
un volver a caer del precipicio,
un viaje de los sueños rumbo hacia el rompeolas .

Sé que es un otra vez que está predestinado
a jamás realizarse.

Pero no quiero verlo.

Soy ciego de visiones de mis propios presagios.
Soy otro temerario camino del delirio.


domingo, 10 de junio de 2012

Mientras España cae




Mientras España cae en otras manos
yo ceno con poetas, y sueño en el futuro
de una ciudad de Sur que no conozco,
mientras suena Lluis Llach y su arbre nu,
diciendo somos todo, y también somos nada,
y nada es lo que queda de lo que prometieron
quienes nunca han sabido en qué creer,
líderes de una patria sin fronteras que siempre estuvo en venta,
jugadores sin cartas que apostaron al póker de naciones
el sueño y la ignorancia
de este país por siempre de tercera,
de esta sin tierra, árida y extraña

Mientras España cae, yo que no tengo patria
ni bandera ni fe en la que creer,
observo a esos poetas que lucharon
hace no tanto tiempo,
por otra España entonces tan vendida
tan pobre y tan culpable como ahora,
y siento que ahora mismo, como entonces
el enemigo vive entre nosotros.

Y mientras cae España vuelvo a casa
y pienso en lo que tengo por hacer:
acabar un proyecto, hacer una llamada,
quitar toda la mierda de mi cuarto,
poner la lavadora, dejar volar mi sueño
por las tierras de Sur,
terminar aquel libro que he empezado
y buscar en youtube cuál era el nombre
de esa canción de Ovidi que sonaba
mientras caía España en otras manos.

Vivir mi propia guerra, simplemente.

sábado, 26 de mayo de 2012

Lo que nos hizo hombres





Lo que nos hizo hombres,
la destreza
de caminar de frente hacia la vida,
las huellas del camino ya borradas,
la armoniosa verdad que nos mentimos.

Lo que nos hizo hombres
desdichados,
la soledad de vernos convertidos
en un sinfín de pasos por la nada,
la crueldad del espejo que nos mira,
la ausencia de los otros bajo el tiempo.

Lo que nos hizo hombres,
quién lo sabe,
si hoy todo se ha perdido entre la bruma,
entre el saber estar,
entre las falsas
sonrisas de cumplido por las calles,
tras la apariciencia absurda que nos guarda,
tras lo que nos creímos
                                            desde niños.

Lo  que  nos hizo hombres, y hoy nos falta,
el arrojo feliz, la valentía,
las ganas de ensañarnos contra el tiempo,
la  fuerza,
               la ilusión,
                             

                                            la simple vida.