martes, 13 de septiembre de 2011

Tiempo de reescribir

Es hora de borrar, y cuenta nueva,
hora de hacer capítulo de daños,
recoger lo sembrado, (los minutos de dichas,
el pus de las heridas por tenerlas presentes,
los platos que rompí, por no dejar añicos)
y mirar al futuro.

No hay nada ya de ayer entre mis nuevos pasos.

Todo pasó, sin más,
sin dejar ni siquiera resquicios de dolor o de alegría.
Se fugó, se hizo humo,
recuerdo del recuerdo que ha de ser olvidado.

Mi vida fue... mi vida,
(qué voy a relataros si fui parte de ella).
Fue, supongo, una vida
como todas las vidas
con sus sombras y luces.

Yo sé que en esa vida reí como ninguno.

Sé que también sufrí,
aunque nunca mis labios pronunciaran el llanto
que me anidó por dentro,
que quise y fui amado durante muchas horas
donde todo era cielo sin rastro de tormentas.
Que incluso, algunas noches
llevaron en su esencia con nombre y apellidos
un diminuto mundo que giraba al completo
sin precisar de otros.
Que aprendí en cada golpe a ponerme de pie,
a seguir respirando,
como aprendí también a recaer de nuevo,
-lo que es el más difícil y grande de mis logros-.

Hoy, qué importa la fecha,
comprendo que esa vida ha tocado a su fin.
Es hora de hacer cupo de cenizas,
reinventarme otra vida para este mismo cuerpo,
buscar,
seguir buscando,
aquello que le traiga ilusión a mi rostro,
a todas las mañanas,
a todos los segundos que me queden,
(si es cierto que aún me queda un tiempo que perder).
Empezar otra vez a construirme
como si fuera hoy el primer día
que mis ojos toparan con el sol.

Comenzar, como un niño,
viendo por vez primera lo que he visto mil veces,
reescribiendo mi historia con la letra de aquellos
que saben que la historia muchas veces se tuerce,
se rompe,
se desmembra,
sin que por eso el mundo se detenga en su marcha.

Borraré lo anterior, pulsando alguna tecla
del todo imaginaria,
que hará que se evaporen los sueños del ayer.

Cuanto he sido feliz,
cuanto he penado,
formará entonces parte de una historia lejana,
del recuerdo de un otro que alguna vez fui yo,
aunque no sea yo mismo.

Perdonen quienes dejo mis ausencias.
Reciban quienes lleguen mis futuros.