miércoles, 27 de julio de 2011

Ver brillar una chispa donde solo había nada
y recoger parte del corazón
de las cenizas

viernes, 15 de julio de 2011

Mañana a quién le importa

Los trenes siempre tienen un no sé qué romántico que me invita a escribir.

Será porque el paisaje se convierte en sus viajes en cuadro en movimiento, porque con sus raíles dirigen la nostalgia, o por su esencia misma que aloja lo caduco. Qué sé yo. No me importa. El caso es que yo escribo, traqueteando hacia el sur.

Escribo reflexiones, recuerdos, pesadillas. Mi forma de estar triste siempre termina en tinta y se queda a vivir entre las páginas. Y últimamente todo acaba en papel, porque ya no me quedan ilusiones.

Ni siquiera hace un año que desaté la cuerda que me arrimaba al mundo de los otros, al debería de ser, al ya es hora de qué.

A partir de ese entonces mi (in) estabilidad se ha sustenado solo en dos variables, dos hilos que mantienen mi pobre marioneta erguida pese a todo, dos espacios que han sido el pan como el cobijo de la que fue mi vida.

Ahora, sobre este tren, echo la vista atrás y sé que ya están rotos.

En breve quedaré doblada ante mí misma, marioneta sin forma sin director de orquesta ni más pasos que dar. Tan solo un trasto inútil olvidado a su antojo, sin nada que lo una al correr de este mundo.

Ahora que lo comprendo, ya no me puede el miedo, la ira o la tristeza. Antes sí. Yo soy una persona con el apego fácil, el genio inoportuno, la frustración al día y un gran campo de dudas. Pero también aprendo a resignarme cuando ya no hay batallas donde seguir luchando.

Porque, ahora lo sé, por vez primera en estos treintaytantos peldaños de escalera, con estos hilos rotos, sentada sin soporte, quizás esté más sola, pero ahora soy libre.

Cuando no tienes rumbo que seguir ni un lugar donde puedas alojarte, no hay nada que perder. Ya todo lo has perdido.

Equivoqué los pasos, algún día, para llegar aquí. Pero ahora ya no importa. Casi nada ya importa. Solo salir del tren que me lleva hacia el sur, encender un cigarro, pedir una cerveza, recordar el pasado con una mano amiga y dejarme llevar.

Mañana, quién lo sabe... Mañana a quién le importa...